Cristina Peri Rossi nació en Montevideo el 12 de noviembre de 1941. La sacaron de allí a la fuerza, en 1973, una dictadura y un barco italiano. Eligió Barcelona para vivir un exilio "que fue una experiencia larga, dolorosa, totalizadora. Un exilio que fue una pasión, tan fuerte como el amor, porque para los obsesivos, lo importante es la pulsión, no el objeto". Y en esa ciudad "pragmática y soñadora al mismo tiempo" sigue viviendo. Aunque el exilio ya ha acabado, aunque puede volver. Porque tal vez el Montevideo recordado, añorado, deseado, ya no existe: ".... las casas de los sueños son de aire y flotamos en ellas, náufragos de nosotros mismos". Irremediablemente condenados a soñar y a buscar.
La literatura de Cristina Peri Rossi es una búsqueda obstinada, ineludible de las palabras para decir el sueño y la nostalgia del origen, del antes "de que el grito fuera canto, antes de que el rugido fuera sonido articulado", de todos los paraísos de los que hemos sido desterrados.
Y para nombrar -definir, explorar- la pasión, todas las pasiones -prohibidas, secretas, inútiles, perfectas, humanas.
Y para pronunciar, descifrar, sobre todo el deseo, que es el puente -la curiosidad en forma de puente- que nos lleva de un lado al otro. De la pasión a la nostalgia. De la añoranza, de vuelta a la pasión.
Palabras "que apuntan hacia fuera". Palabras que fundan, convocan, inauguran, revelan. Alumbran: "aquello que no nombre morirá en el silencio, el peor castigo". Palabras que prolongan el recuerdo -del amor-, que lo preservan. Palabras que liberan:"... su lenguaje volaba libre, sin obligaciones, desconociendo las leyes fundamentales, esas que impiden...".
Marguerite Duras se definía así: "Escribe, M.D. escribe. Tiene lápices, plumas y escribe. Es eso y nada más". Cristina Peri Rossi tiene cuadernos y lápices y plumas y escribe. Es eso. Sobre todo.
Luisa Etxenike